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La Lanza de Longino

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Se conoce como la Lanza de Longino, Lanza Sagrada, Lanza del Destino o Lanza de Cristo a la lanza que, según la tradición cristiana, atravesó el cuerpo de Jesús cuando estaba en la cruz. Es, por tanto, una de las reliquias más notorias del cristianismo.

Nunca se ha podido saber si alguna de las lanzas que se conservan en diversos lugares del mundo con este nombre son reales o son simplemente una falsificación, ya que la aparición de este tipo de reliquias desde el siglo IV hasta la época de las cruzadas fue tan numerosa como indocumentada. La posesión de alguno de estos objetos podía aumentar visitas a iglesias y monestarios, contribuyendo a unos mayores ingresos y más número de fieles. En este entorno, las reliquias son difíciles de ser autentificadas.

El nombre del soldado que atraviesa el costado de Cristo no es mencionado en el Nuevo Testamento. Las referencias más antiguas al nombre del autor de la lanzada están en el evangelio apócrifo de Nicodemo, donde se menciona que se llamaba Cayo Cassio Longino. La tradición cristiana cuenta que la lanza fue clavada para cercionarse de que Jesús ya había muerto, brotando de su costado sangre y agua. Esto además haría cumplir la profecía mesiánica de que Cristo moriría sin que le quebrasen sus huesos y evitando así una cruel costumbre, al parecer habitual, para terminar con la vida del crucificado.

Según sigue contando la tradición, la lanza fue recogida y puesta a salvo por José de Arimatea, llegando después a manos San Mauricio, comandante de la legión de Tebas martirizado junto a sus 6.000 hombres por Maximiliano. Después fue a parar a las de Constantino, dándole la victoria de Puente Milvio contra Magencio en las afueras de Roma. Desde ahí, parece que se le pierde la pista, dando lugar a numerosas tradiciones y reliquias.

La lanza de Viena y la de Cracovia:
La lanza de Viena está partida en dos pedazos unidos por una funda de plata. En el siglo XIII se le añadió un clavo, pretendidamente uno de los de la cruz de Cristo. La reliquia está en un estuche de cuero forrado por terciopelo rojo.

Se conoce que desde el emperador del Sacro Imperio Romano Otón I, en el siglo X, había una lanza que fue pasando de emperador a emperador hasta que Otón III le dio a Boleslao I el Bravo una réplica de la misma. Desde el siglo XIII esta lanza se utilizaba en la ceremonia de coronación, ya que Enrique IV consideraba que esta era lanza que portó Constantino y, por lo tanto, se trazaba la línea de sucesión imperial legítima.

Esta reliquia fue llevada en 1424 desde Praga hasta Núremberg, donde permaneció hasta 1796 cuando se trasladó a Viena donde cayó en manos de la dinastía de los Habsburgo. Fue devuelta a Núremberg durante la anexión nazi de Austria y recuperada por los aliados al finalizar la II Guerra Mundial.

La Lanza de Cracovia es considerada por muchos la famosa réplica de Otón III. Aunque se alega que ha estado en esa ciudad por ocho siglos, los registros Alemanes indican que la original es la de Viena, aunque hay quien cree que esa es la original.

La Lanza del Destino de Ravenscroft:
En 1973 Trevor Ravenscroft publicó un libro que trazaba una “biografía” de la lanza de Viena. Según Ravenscroft, la lanza habría estado en manos de Constantino y de otros personajes como Alarico el Valiente, Teodorico o Justiniano, quienes la usaron de diferente manera, hasta acabar en las manos de Carlos Martel en el siglo VIII.

Menos de un siglo después cayó en manos de Carlomagno. De allí a Enrique I de Sajonia el pajarero, padre de Otón I y personaje supuestamente admirado por Himmler, que se dice que llegó a estar convencido de ser su reencarnación. De allí pasó a Federico Barbarroja, personaje idolatrado también por el movimiento nacionalsocialista.

Durante la Anschluss, cuando Austria se anexó a Alemania, Hitler capturó la lanza. Hitler, al parecer, estaba obsesionado con la reliquia desde su juventud en Viena. Creía que con ella podría obtener las victorias de sus antiguos portadores. Consideraba a la lanza como un objeto mágico predestinado para ser poseido por él: la lanza del destino. La lanza para Hitler inspiró a los caballeros teutónicos, por eso ordenó a las SS que se encargasen de custodiarla. La lanza era protagonista de numerosas ceremonias iniciáticas.

Según Ravenscroft, el famoso general norteamericano George S. Patton, también sentía una fascinación por la reliquia. Fue él mismo quien según el autor de esta teoría devolvió la lanza a Viena tras la Segunda Guerra Mundial.

Hoy en día esa lanza seguiría en Viena. Aunque hay quien cree que esa es una réplica y que la original estaría en una supuesta base militar nazi en América del Sur e incluso en la Antártida.

El estudio de Feather:
En 2003 el Doctor Robert Feather, experto en metalurgia, consiguió un permiso para estudiar y examinar la lanza en detalle desmontando sus piezas. El estudio parece que demostró que la cuchilla de la lanza de Viena fue forjada en el siglo VII, apenas un par de siglos antes de su documentación histórica.

 
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